No lo sé. Veo muchos ladrillos pero aún no sé cómo es el edificio
Con tanta recomendación me podía la curiosidad así que, sin terminar True Blood, Mad Men se coló en mis escasos ratos de evasión. Pero claro, una no puede dejar de ser quien es aunque, estando en la segunda temporada, ya estaba yo tardando en descontextualizar momentos.
Me advirtieron que no me dejara llevar por las primeras impresiones, que insistiera porque me iba a enganchar. Pues es cierto, aunque no creo que le tome el relevo a The Wire, ya se ha colocado en lugar preferente.
Entre alabanzas y advertencias, estoy segura de que voy a tener algunas conclusiones que me apetecerá compartir con otr@s serie-adi@s, pero estos son un par de momentos que se colaron en mi actual proceso de ir razonando la intuición en el marco de un proyecto altamente interesante.
Pero volviendo a este momento Mad Men, el equipo creativo se devana los sesos para enganchar a Americam Ailines como cliente tras un fatídico accidente con muchos muertos. Menos de dos minutos, entre las dos secuencias, que no tienen desperdicio… al margen de la propia trama de la serie, claro.
El visionario, el equipo que no es equipo (¿no saben o no les dejan?), el encasillamiento y la necesidad de avanzar, el pensamiento disruptivo, el miedo, la proyección, la osadía… Y encima el símil con un esquema que tanto nos retrasa y condiciona para innovar y avanzar con resolución.
Las frases, una por secuencia:
«No retomemos la historia. Sólo limitémonos a fingir que sabemos como será».
«No lo sé. Veo muchos ladrillos pero aún no sé cómo es el edificio»
Y el broche musical, claro (este sí lo dejan insertar).
Publicación original: enPalabras
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