sorprendente que Warner no confiara lo suficiente en la probada fiabilidad de los fans
Me gusta imaginar el mercado televisivo norteamericano post 11-S asolado progresivamente por una especie de virus: cientos de guionistas aprovechando los nuevos escenarios de la ficción para recuperar ideas y esquemas de trabajo que parecían irremediablemente perdidos.
No pienso en casos tan excepcionales como The Wire, más bien empiezo por A Dos Metros Bajo Tierra, que arrancó antes de los atentados y pudo evolucionar y construirse a la par que una nueva sociedad o, posteriormente, ejemplos teóricamente más livianos como LOST, 24, Heroes o The Shield: ejemplos en los que las estructuras de género sirvieron para poder plasmar conceptos bastante alejados de este tipo de historias fantásticas o de acción. Independientemente de los grandes presupuestos, a la hora de escribir se trazaban radiografías, más o menos evidentes, de los preceptos morales que se reconstruían a golpe de calendario tras la caída de las Torres.
En este contexto aparece Veronica Mars, una serie de premisa sencilla, y que a priori podría no resultar demasiado atractiva (mi caso): Las aventuras de una estudiante que, en medio de las soleadas y bronceadas calles de la inexistente ciudad californiana de Neptune, ejerce paralelamente de investigadora privada para ayudar a su padre y, de paso, resolver entuertos de su instituto. Este pobre resumen roba los matices que desde el primer episodio hacían grande a la serie: ella era una marginada social, arrastraba el trauma de haber sido violada, su padre era un paria profesional, tenían que sobrevivir en un entorno de despótica clase alta, etcetera.
El creador de la serie, Rob Thomas, supo consensuar en ella esos elementos que posteriormente han ofrecido en la televisión de los últimos años estas grandes cotas de dignísimo entretenimiento:
- Sólidas referencias básicas para establecer el marco de las tramas.
- Personajes que sabían escaparse de su condición de arquetipos.
- Constante inclusión de matices robados a la realidad para que no por el hecho de tratarse de una ficción el espectador pudiera sobreentender que se hablaba desde otro universo.
O sea, Thomas recogió el testigo de todo ese audiovisual de puro entretenimiento que no sobrevivió a los últimos años de los 80, ése en el que la excusa para crear una liviana estructura pop servía para introducir rasgos generacionales que pudieran interesar a sus espectadores potenciales. O dicho de otro modo: recuperó la mala baba de enriquecer tramas sencillas con ideas que en ocasiones devenían en auténticos conflictos morales. Y esto en el marco de una pequeña serie de televisión pseudo adolescente.
Veronica Mars no sobrevivió a la tercera temporada. Por los pelos lo hizo a la segunda, pero ahí la movilización de los fans evitó el desastre (como en su día le sucediera a la primera Star Trek), pero el share ya no concedió más oportunidades. Desde entonces ha existido el runrún constante respecto a algún tipo de continuidad, pero más por los deseos de los seguidores que por muestras reales de interés por parte de Warner Bros. Hasta 2013.
En marzo de este año, y por sorpresa, se hizo público que se abría un proyecto en Kickstarter para lograr mediante crowdfunding la financiación necesaria para realizar una película sobre Veronica: el creador había conseguido que Warner, propietaria de los derechos, le dejara intentarlo por esta vía. El objetivo eran 2 millones de dolares, y antes de que finalizara el plazo prácticamente se había triplicado esta cantidad. Este fue, a grandes rasgos, el titular de arranque para esta nueva aventura, pero en realidad habría que mirar más allá.
Por un lado hay que pensar que con 2 millones (cifra original) malamente se podría hacer una película de estas características. Por otro, parece poco menos que sorprendente que Warner no confiara lo suficiente en la probada fiabilidad de los fans para lograr ese objetivo. A mayores está la repercusión que para Kickstarter y los nuevos modelos de financiación supone todo esto. Estas son, más o menos, las dudas que surgen tras ver la promo+teaser que salió a la luz esta semana con motivo de la Comic-Con, probablemente el evento que mejor ha sabido evolucionar buscando el trato directo con quien realmente importa: los fans.
Casi 5 minutos de vídeo en el que se pueden destacar una serie de puntos:
- La manera de subrayar la importante presencia de los fans que aportaron en la campaña.
- La relevancia de una marca como Kickstarter formando parte activa del proceso.
- La evidente sensación de que no se esta realizando una película low-cost.
- La forma en que todo el equipo se involucra hablando del proyecto desde su propia génesis.
No, en realidad todo esto suena a campaña a tres bandas: de los responsables de la película, de Warner y de Kickstarter. Con lo que tal vez no contaba nadie es con el hecho de que se sobrepasara de tal manera la cantidad fijada, algo que probablemente haya introducido variaciones en los planes de distribución, que originalmente parecían reducidos al mercado doméstico. A mayores vuelve a demostrar un hecho: que si al público se le da voz, responde. Esto último tal vez haya sido la gran sorpresa, ya que anteriormente sólo experimentos funestos como Serpientes en el Avión habían contemplado la opinión de los espectadores respecto a lo que querían ver. Por desgracia en aquella ocasión fue todo un camelo: al final la película estuvo muy lejos de colmar estos deseos.
Pero bueno, que tampoco tengo pensado quejarme demasiado…
Publicación original: enimaXes