Cuando la crítica cinematográfica valora las películas sobre los fetiches “arte y técnica”, las películas dirigidas por mujeres simplemente “no valen nada”

Esta pieza de Éire García acaba de recibir al accésit en los II Premios María Luz Morales, que convoca la Academia Galega do Audiovisual, en la categoría de Videoensayo do Audiovisual Internacional. Yo le hubiera dado el primer premio, pero no la traigo aquí por eso sino por lo acertado de la tesis que desarrolla y por su realización audiovisual. Resulta sorprendente que este enfoque no hubiese aparecido cuando en 2015 la Academia propuso como tema central del anuario La mujer en el audiovisual.

Y una vez que he realizado la transcripción (me gusta hacer mis propios subrayados) la incorporo traducida al español a continuación del vídeo.


Traducción al español

La crítica cinematográfica edifica la teoría fílmica, legitima movimientos, etapas, autorías. La crítica valora las películas añadiéndoselo o no valor la esta particular mercancía. La crítica visibiliza a las películas, facilita su circulación en el mercado. La crítica interpreta las películas desde una posición privilegiada, vuelca significados en el proceso dinámico de la recepción. Las funciones de la crítica cinematográfica se tornan complejas cuando se revela que el criterio que las sustenta es un criterio fetichista, que asienta exclusivamente en la doble naturaleza artística y técnica del cine.

El fetiche artístico precisó, a partir de la gestación de la crítica moderna, de la autoría para afirmar la autonomía del artista frente a su contexto social, económico y político. El fetiche técnico, aparentemente neutral, haría de la innovación tecnológica una acción de mercadotecnia. En tanto, el heteropatriarcado negó a las mujeres su legítimo estatuto de autoras pues, removiendo en el acervo ilustrado, las mujeres quedarían excluidas del ejercicio intelectual. El capitalismo por su parte, se encargaría de expulsarlas de la industria, que tiene los medios tecnológicos para desarrollar la técnica.

Cuando la crítica cinematográfica valora las películas sobre los fetiches “arte y técnica”, las películas dirigidas por mujeres simplemente “no valen nada”. En este caso, la mercancía no tiene valor. Las películas dirigidas por mujeres son interpretadas bajo un mismo patrón de tratamiento crítico basado en la ausencia de referencialidad de las directoras y el desplazamiento de este foco hacia los hombres.

En el fenómeno de las co-direcciones de las que participan hombres y mujeres, pueden darse varias estrategias para no referenciar a las mujeres o referenciarlas en un segundo plano:

– Aludiendo sólo a la dirección masculina

– Desapareciéndolas bajo el genérico masculino

– Colocando antes el nombre de los directores

A La falta de referencialidad la acompaña un continuo cuestionamiento, tanto del estatuto de autora de la directora como del estatuto cinematográfico de la película.

El cuestionamiento se hace evidente y cristaliza también, en la tendencia de la crítica a pensar que las películas son un producto de las vivencias de su autora. Las más de las veces, este tipo de interpretaciones son estrategias para cuestionar, en última instancia, la capacidad creativa de las mujeres, que se ven limitadas a su ontología, incapaces de imaginar mundos ajenos así mismas.

Hoy, la crítica cinematográfica, ya no tiende a mencionar el género de manera explícita, sin embargo, este impregnará las interpretaciones críticas implícitamente haciendo uso de todas las prescripciones que el heteropatriarcado ha construido a su alrededor, y presuponiendo que del género emanan determinadas consecuencias narrativas. Así, un film dirigido por una mujer aludirá a «un cierto femenino”.

Las críticas interpretarán la maternidad, la familia o el hogar como partes de un universo femenino opresor y perturbador, especialmente cuando se trata de la etapa adulta de las mujeres.

Tal universo femenino estará caracterizado por la autoridad emocional de las mujeres que se traducirá en la epistemología fundamental sobre la que significar toda película dirigida por una mujer. Sentimientos y poesía formarán parte del léxico frecuente de las interpretaciones.

Más allá del universo femenino, y constituyendo una segunda estrategia evidente, se observa como los adjetivos que la crítica emplea para describir estas películas son los mismos adjetivos, y remiten a los mismos estereotipos y roles, que se emplean para definir a las mujeres socialmente.

Sobre una crítica cinematográfica androcéntrica y heteropatriarcal, evolucionaría la institución cinematográfica considerando sólo las contribuciones de los hombres. Se elaborarían teorías que partirían de las inquietudes masculinas, se canonizarían directores en detrimento de directoras, se consolidarían movimientos liderazgos por hombres y se establecerían etapas que marcaban ciclos de hegemonía masculina. Sobre estos criterios diferenciales para hombres y mujeres, se escribiría la historia del cine.

«Para las interesadas en las películas de mujeres». La advertencia no es menor: para las interesadas en las películas de mujeres, que aquí feminizamos y traducimos a nuestra lengua desde aquel burlador “para los interesados en las películas de chicas”. Lejos de ser un inocente reclamo, es todo un aviso. La crítica advierte al público, le señala con prudencia que este se encuentra ante la posibilidad de acceder a imaginarios inusuales. A imaginarios prohibidos

María Luz Morales (A Coruña, 1889 – Barcelona 1980). Escritora e xornalista, especializada na crítica de cine e de teatro, dirixiu o xornal La Vanguardia durante a Guerra Civil, sendo a primeira muller na historia de España en ser directora dun diario estatal.

Foi activista feminista, republicana e galeguista represaliada polo franquismo, e autora dunha extensa obra literaria. Considerada unha referencia da incorporación da muller a actividade xornalística e intelectual na España do século XX. Mantivo a actividade xornalística ata os 91 anos de idade.


Publicación original: enIgualdade

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