Previsible, decepcionante… ¡Peligroso!
«Decepciones y disensiones en torno a Nikodemo, Balzac y… Qué vida más triste», así se titula el post en el que hoy Gonzalo Martín reflexiona y analiza el presente y futuro del vídeo online español, partiendo de tres recientes cierres de iniciativas que destacaron y calificadas como «de éxito».
Pero no sólo eso. De hecho la parte que a mi me resulta más interesante es la reflexión sobre el ¿modelo? inversor del capital riesgo, sobre todo teniendo en cuenta la realidad por fin aceptada de esta crisis sistémica y la urgente necesidad de evolucionar hacia un nuevo modelo socio económico.
Resulta que muchos proyectos no alcanzan la suficiente dimensión para hacerse atractivos al capital riesgo, que parece definitivamente anclado, salvo excepciones, en niveles de volumen de negocio con promesas de alto retorno en beneficios. Es decir, supuestamente interesado en lo nuevo pero encorsetados en los viejos esquemas e institucionalizadas estructuras.
Se necesitan cambios, apuestas que permitan «corregir errores, construir equipos, aprender de mercados que son nuevos». Con abundantes referencia a ejemplos, de dentro y fuera, las cuestiones que plantea en su reflexión son de una obviedad dolorosa:
Lo que lleva a seguir pensando en la calidad e idoneidad de estos inversores de riesgo en forma de cajas de ahorro o de imagen institucional en apoyo a emprendedores. ¿De verdad eran tan malos los planes de negocio? Un inversor de riesgo invierte, sobre todo, en un equipo humano capaz de sacar adelante un plan y, especialmente, de cambiarlo a medida que cambian las circunstancias. Un inversor de riesgo debe ponderar si el armazón de equipo que plantea el proyecto es suficiente y está cualificado como tiene que estar. El emprendedor visionario debe ser complementado por ejecutivos con experiencia. Si no estás dispuesto a financiarlo dando seguridad para atraer profesionales o si no sabes estimar qué le falta a un equipo, ¿qué hacéis invirtiendo?
No es mi intención repetir aquí lo que se dice, recomiendo su lectura, pero sí dejar un par de cuestiones que me han surgido al hilo de uno de los comentarios allí realizados, que señala como uno de los problemas el que «se analicen sectores en base a casos aislados de éxito cuando el análisis mollar está siempre en lo general» y que «un inversor, por definición, busca rentabilidad«.
Recordando cosas tan simples como que la raza humana no vuela (cuanta locura pardiez), me hago también preguntas simples: ¿Diferenciamos entre resultados cortoplacistas que cubre el expediente e inversiones de futuro? ¿No es también una función del capital riesgo? ¿Es la rentabilidad un concepto tan estrecho y su análisis corresponde a un único punto de vista?
Se diría que hay, o debería haber, un recorrido fundamental entre el significado de «financiación externa» o «socios capitalistas» y el concepto de capital riesgo que parece no despegar de los esquemas con los que apoyó firmemente la burbuja inmobiliaria. Y no es que no sea entendible, pero… ¿Cómo es que no se reservó al menos un aparte de eso altísimo beneficio para apuestas de futuro? No se trata de sentimentalismo sino de visión, de puro concepto de beneficio futuro. Ahora no se puede, claro.
Respiramos fusiones, manipulaciones, maquillajes baratos con los que nos venden operaciones salvadoras al mal hacer generalizado de los mercados financieros. Pero seguimos sin hacer los deberes instituciones, agentes sociales y ciudadanía. ¿Es lo que estamos viviendo una evolución del mercado financiero o un descalabre generalizado con mucho ruido mediático para tapar el «sálvese quien pueda»? Todo lo demás, no dejan de ser cantos de sirenas.
Nota: Si el post es impresionante, no encuentro calificativo para la conversación generada. Una especie de huracán multicanal que de madrugada seguía generando comentarios largos, de los que aportan y enseñan, y que aún continúan. Y los primeros los protagonistas de los cierres. La lectura no es necesaria, sino obligada.
Publicación original: enPalabras