Simple, que no sencillo
No hay objetivo más «fácil» que aquel que depende de uno mismo así que en este mundo de interdependencias el más asequible es la propia actitud.
Sin embargo el escenario es un asunto coral y ruidoso en el que resulta difícil abstraerse y hay que aprender a considerar, como reflexionaba José Miguel Bolívar, que el estrés es un error de cálculo…
nos estresamos porque calculamos mal tanto nuestras probabilidades de éxito como las consecuencias de nuestros fracasos
Me gustó la idea porque apunta hacia dentro pero, como le comentaba en esa reflexión, lo paradójico es que cuando vas aprendiendo a controlar el estrés propio (los años algo bueno tienen) tienes que seguir aguantando el de los demás por esas mismas distorsiones. Es decir, que también hay que controlar el exceso de empatía para no caer en alteraciones ajenas.
La ecuación se completa si sumamos cómo nos afectan las expectativas de la multitud de afectos y efectos que nos rodea (los cercanos… y los que nos gobiernan). En este punto me acordé de la potencia de las «simplezas» que Quino ponía en boca de Miguelito.
Lo ideal es concentrarse en el propio proceso pero, a modo de mantra y para no volar en círculos:
- El tránsito requiere combinar las largas y las cortas
- Hay que colocar bien los retrovisores
Publicación original: enPalabras